Patrimonio e ideología

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“Nadie puede negar que la destrucción gratuita de templos, estatuas, y demás objetos sagrados sea pura locura”, así hablaba el historiador griego Polibio en el siglo II a. C. A comienzos del siglo XVIII el jurista suizo Emer de Vattel escribía: “privar a la gente de lo que alegra el corazón, sus monumentos y su arte … es el acto de un enemigo del género humano”. Evidentemente más cerca tenemos lo ocurrido delante de nuestros ojos con el incendio de la Biblioteca nacional de Bosnia en Sarajevo. Y aquí mismo algunos ediles se traen un arquitecto de Norteamérica para que diga de Pamplona  la siguiente boutade: “Las murallas no deben condicionar la expansión de la ciudad cuando pierden su valor militar”, tergiversando el tema, cuando dicho monumento pieza clave de la ciudad ha permitido su moderno crecimiento.

El actual concepto de Patrimonio, ha surgido tras una larga travesía del desierto, y por fin los ordenamientos jurídicos mundiales, desde la UNESCO a las normativas estatales, protegen al Patrimonio como algo vivo. En Estocolmo en 1.972, la Conferencias de las Naciones Unidas sobre el entorno humano, marcó un giro importante. Por primera vez, los debates sobre la conservación incluían al medio ambiente. Cultura y naturaleza estaban relacionadas. Ese mismo año, la Conferencia General de la  UNESCO adoptaba la Convención referente a la protección del Patrimonio mundial, cultural y natural. En 1.994 la UNESCO llegó a la revisión de los criterios. Primero, debe desaparecer progresivamente la noción de obra maestra artística heredera de la lógica de las siete maravillas del mundo. Se trata de humanizar la noción de Patrimonio para universalizarla. En segundo lugar, la nueva visión es más claramente histórica y antropológica: se basa más en el sentido de los bienes, sus funciones social, cultural y espiritual, que en su forma. Se valoran las reglas de organización del espacio. Tercero es el acercamiento entre Patrimonio cultural y natural. El Ayuntamiento de Pamplona no obtendrá las ayudas que solicita a la Unión Europea si continúa sin querer enterarse de lo expuesto.

Aunque la protección del Patrimonio es labor y derecho de la propia ciudadanía, también contamos aquí con prestigiosos especialistas en Patrimonio, cuyo reconocimiento por su trabajo y publicaciones es internacional. Las últimas actuaciones que se están realizando sobre el Patrimonio de Pamplona (reurbanización del Casco Antiguo, murallas, Palacio Real y la ubicación de la Biblioteca General en sus jardínes) hacen caso omiso a dichos profesionales e infringen la legislación que lo protege. El intenso precalentamiento social, necesario para obtener la difícil y codiciada declaración de “Patrimonio de la Humanidad” iniciada por el Gobierno de Navarra, irá quemando las toxinas de los intereses económicos mezquinos y del atavismo destructor de la especie, que abotargan la mente y la sensibilidad. Entre los ciudadanos y el Patrimonio se interponen algunos políticos y sus interesados colaboradores. Esa es la triste realidad, ajena a cualquier planteamiento ideológico coherente, por muy alegado que este sea. Vestirse de una sedicente modernidad  para hacer fechorías no cambia en nada el delito. Es ahora la ideología de la civilización contra los impulsos de la barbarie. Lo racional contra lo arbitrario. El respeto frente al abuso. La honradez sobre los chanchullos. Seguro que va a costar, pero también llegará a Navarra el Derecho humano al Patrimonio.

Tomás Urzainqui Mina