Muerte contra libertad
El autogolpe de estado ha sido una constante, frente a los movimientos de insubordinación. El militar granadino Arizaga, movilizado en las fuerzas carlistas señala “era indispensable en el campo carlista combatir las sediciones con los golpes de Estado. Estas son dos cosas correlativas, y el que emplea las veladas armas de las primeras no debe quejarse si sufre los severos efectos de las segundas”.
Fue una decisión exclusiva de Maroto, no hubo consejo de guerra, dio la orden escrita y firmada por él mismo, en la cual se prevenía terminantemente al Gobernador de Estella “que los cuatros generales e intendente Uriz, fuesen puestos en capilla y fusilados a las dos horas en el Fuerte del Puy de Estella”.
“Cuando se dio esta orden, aún todavía no existían en Estella capturados ni el General Guergué, ni el brigadier Carmona, que entraron escoltados por partidas de caballería en la madrugada para el dieciocho, habiendo sido habido aquel en su casa de Legaria, y este en su casa de Cirauqui”.
“Golpe de Estado, pero completo”, de Maroto, según Arizaga.
Arizaga opina que la conspiración de los papeles de Durango fueron obra del “Partido del capuchino Larraga, y el proyecto de transacción que se atribuía al General Maroto”.
Según Arizaga antes de que Maroto llegase al Fuerte extremo del 18 de febrero de 1839 ya había tenido lugar la sedición de los batallones navarros, el fusilamiento del teniente coronel Urra, y la ejecución del brigadier Cabañas de orden del General García.
Fue Felipe Urra, Teniente Coronel, considerado promovedor de la insurrección y fue sacrificado para ejemplar castigo, sin instrucción de causa ni consejo de guerra. Se le acusaba de haberse puesto al frente de los batallones navarros que gritaban “muera la Junta, mueran los hojalateros, abajo los castellanos y vengan nuestras pagas”. Según Arizaga antes de que se descubriese la trama del resto de generales que luego fueron fusilados en el Puy. Estos generales apoyaban el cumplimiento de la Sentencia del Consejo de Guerra contra generales que apoyaban a Maroto.
Según Arizaga los cargos contra los fusilados “se reducían a que habían recibido los anónimos y leído a varias personas y jefes de cuerpos para demostrar que Maroto sostenía inteligencias secretas con los enemigos”.
Maroto se adelantó a D. Carlos yendo a Navarra para sofocar la supuesta sublevación de los generales navarros.
Por las calles de Durango los soldados cantaban
“por aquí no hay nada (bis)
por Navarra sí.
Por aquí no hay nada (bis)
Vámonos allí”.
En Abarzuza ante D. Carlos varias compañías Navarras se plantaron gritando: Zaratiegui y Elio son inocentes, e injusta la sentencia de muerte que les ha fulminado el consejo de guerra de oficiales generales.
A partir de ahora tendrá que ser frente a libertad negada, defenderla mediante la existencia de los derechos para todos.