Los pamploneses reencuentran sus raíces en la plaza principal en la excavación para la construcción de un parking subterráneo. Los vestigios puestos a la luz del día fueron pronto reconocidos por los especialistas como de un gran interés histórico. Este descubrimiento confirmaba, si ello era necesario, la riqueza de su pasado. El deber se imponía, la reencontrada Pamplona romana no podía desaparecer. Desde entonces, este patrimonio de todos ha sido protegido y puesto en valor. Las generaciones venideras apreciarán sin duda el esfuerzo.
El éxito arquitectónico ha llegado al haber sabido integrar plenamente en prodigiosa síntesis el subsuelo de la plaza la cripta arqueológica, los usos comerciales y de plazas de garaje para automóviles con las bodegas de los porches de la plaza y de los edificios actuales que cierran la plaza. Todo ello ha hecho que Pamplona sea conocida mundialmente por la magnífica solución dada a la conservación del patrimonio que multiplica y potencia los servicios y las necesidades de la ciudad actual sin detrimento de lo viejo ni de lo nuevo, sino en beneficio recíproco de ambos, ya no sólo por el encierro que discurre por la trasera situada al Este del gran conjunto arquitectónico, la comunicación peatonal en el nivel romano desde la plaza del Ayuntamiento, Pozoblanco, Chapitela y Estafeta ha sido un acierto y éxito completo al integrar la cripta monumental con el entramado urbano del casco histórico.
En fin, es evidente que gracias a la cripta arqueológica de la Plaza del Castillo, Pamplona ha sido declarada capital europea de la cultura. Los beneficios económicos que ha traído este proyecto, lo ha convertido en la nueva locomotora del desarrollo de la ciudad de la cultura, del turismo y del ocio, haciendo posible que la crisis económica mundial no haya afectado a Pamplona tanto como a otras ciudades, al complementar su tejido industrial y de servicios con la puesta en valor de su hasta ahora desconocido y oculto rico patrimonio histórico. La clave técnica ha estado en haber sabido salvar la cota fértil arqueológica, pues la gran excavación del parking se ha hecho debajo en la tufa o margas grises con tres pisos de garajes, sin afectar para nada al inmenso tesoro que se alberga encima en la capa de escasamente siete metros situada entre la roca y la superficie de la Plaza del Castillo.
Cuando fue inaugurada esta Cripta Arqueológica de la Plaza del Castillo con sus usos y acondicionamiento del subsuelo arqueológico, acogiendo un museo romano de Pamplona-Iruñea, el sentimiento de orgullo se apoderó del corazón de los pamploneses. El invalorable regalo de los vestigios históricos puesto al día y sabiamente aclarado en el corazón de la ciudad, volvía, vivo, en las memorias de todos. Las ruinas de época romana han sido no solamente preservadas, sino que han retornado a la vida mecidas por un conjunto arquitectónico contemporáneo de vanguardia mundial.
El patrimonio de todos los pamploneses ha quedado definitivamente protegido. Legando así a las generaciones futuras el mejor testimonio de una voluntad de protección del patrimonio monumental de la ciudad.
A la impaciencia sucedieron la sorpresa y la admiración. La arquitectura de hoy había respetado perfectamente la construcción de ayer. Las explicaciones técnicas aclaraban los restos vascónicos-romanos puestos en valor sabiamente, la amplitud de las termas, mosaicos, opus siguinum, hipocausto, cubiertas de cerámica, conducciones de agua, cloacas, piscina.
Vamos a agradecer y felicitar al unísono levantamiento ciudadano en defensa de su ciudad y calurosamente al equipo encargado de la excavación. Gracias a su conocimiento, la ciudad de Pamplona ha encontrado una nueva parte de sus raíces. Su pasión por nuestro patrimonio y su competencia histórica y científica merecen nuestra admiración. Felicitamos y agradecemos igualmente a los arquitectos que por su sentido artístico, han sabido crear una atmósfera particular en la cripta y poner de relieve su gran belleza.
Podrá el visitante conservar en su memoria el recuerdo de un enclave cumbre de la historia de Pamplona amorosamente protegido. Tan elocuentes son en su sorprendente majestad las ruinas romanas de la Plaza del Castillo que merecían ser expuestas permanentemente al público, ansioso de comprender la ubicación, la función y la época.
Es el motivo de la precisa información mediante claros paneles y accesible a todo el mundo y que era más necesario aún, cuando una parte de los vestigios, estaba situado en el exterior del perímetro protegido, y que ha desaparecido.
El itinerario para visitar la Cripta produce el efecto, de vuelta a un paisaje, a un juguete roto, produce la emoción de la vuelta a la infancia que se creía perdida. La infancia de nuestras ciudades, es una página basada en nuestra memoria colectiva; es nuestro propio origen, revelado por las excavaciones urbanas, que ya nos proporciona a través de sus testimonios, la vida de todos los días: ricos bienes bien conservados, monedas, peinetas, residuos domésticos echados al fondo del pozo, hogares debajo con las últimas cenizas.
El alba romana de nuestra ciudad se escribe sobre todo en la ordenación de calles y plazas, la disposición de las fuentes, el esplendor de los edificios públicos. Encontrado, enigmático, el monumento termal de la Plaza del Castillo interroga hoy nuestra conciencia. Su historia, la infancia de Pamplona, está inscrita en la sabia disposición de sus piedras pero también en el ultraje de sus muros desmantelados.
Los muros densos y potentes que se levantan en este lugar en la primera mitad del siglo II están cargados de una doble significación: Confirman, al igual que otras ciudades romanas de Europa, que Pamplona participa en el real movimiento de extensión y de embellecimiento que animan, en esta época, la política activa de los ciudadanos posibilitando la prosperidad en la Pax romana.
En el plano local sobretodo, traducen la voluntad de consolidar la vida urbana en un gran complejo termal nuevo en relación de la ciudad reciente y de la antigua de la Mañueta, antes simple posición estratégica y encrucijada de calzadas, y convertida en capital en pleno desarrollo. Arruinado, este monumento antiguamente prestigioso se impone todavía a nuestra admiración. Conserva una parte de misterio, sin embargo, su puesta a la luz ha permitido sin embargo fijar, por primera vez, las grandes líneas de la historia urbana de la Pamplona antigua.
Tomás Urzainqui Mina