Los eufemismos, del griego eu femi, hablar bien, significan lo contrario de lo entendido como excesivamente directo, de aquello que se quiere ocultar, en este caso la conquista, y entonces lo opuesto -bien hablado- es la transferencia, transacción, pacto, convenio, concierto, o lo que es lo mismo el imposible libre acuerdo entre las dos partes, ya que una es conquistada y la otra conquistadora. Los eufemismos se inventan porque las denominaciones directas y reales, como lo es llamar a la conquista de Navarra por su nombre, resultan políticamente incorrectas para los intereses del continuo poder conquistador. La perversión del lenguaje reemplaza a la realidad. Los eufemismos de la conquista son el máximo nivel del engaño. Ejemplo: el Codex Calixtinus,donde se pretende vender la no legitimidad de lo navarro para poder conquistarlo. En la Navarra occidental, o marítima, conquistada, el eufemismo de la voluntaria entrega. La corrupción generalizada de los conceptos por los eufemismos son las armas de aborregamiento masivo de la conquista continuada.
La conquista externa es la causa principal, y es la más negada, precisamente porque continúa, así por ejemplo, el aniversario finiquitado de 2012, cuando todavía la conquista continúa hoy. La conquista -además de su transversalidad generacional, de género, cultural y social- es, de entre las diferentes acciones de dominación que existen sobre partes de la humanidad, una de las más gravosas e inicuas, comparable con las otras dominaciones, de clase, raza o género. El origen de la conquista se halla en la voluntad de la clase dirigente de la sociedad conquistadora, que en nuestro caso es la de Castilla-España. De ideología clasista, feudal, militarista, providencialista y absolutista. Y de práctica hegemonista, conquistadora, depredadora, conservadora, reaccionaria, parasitaria y expoliadora. Los conquistadores establecen un discurso hegemónico conformado por relatos historiográficos, religiosos y jurídicos- repleto de supuestas verdades y eufemismos, para legitimar su supuesto derecho a la dominación sobre otras sociedades o naciones. El caso de Castilla con respecto a Navarra es paradigmático. El Estado conquistador feudal pervive en algunos sitios a flor de piel, así hoy en el Alto Ebro (Condado de Treviño, tierra de Miranda de Ebro…); el Estado conquistador absolutista continúa en la actual de limitación de las provincias, el Estado conquistador liberal sigue en el eufemismo de la unidad constitucional española, el Estado conquistador capitalista garante del poder monopolístico camuflado de las multinacionales propias, ejemplo: Telefónica, Repsol, Iberdrola…, con sus puertas giratorias. La conquista continuada influye profundamente en el conjunto de la sociedad conquistada e individualmente en cada uno de sus miembros, por su práxis permanente, explotadora, subordinadora, negacionista, opresiva y predatoria. El convenio -acuerdo o pacto- es más bien un eufemismo de la conquista, así las leyes de 1841 paccionada, que supone la sustitución del Estado navarro. El convenio de 1927, llamado así desde entonces, impuesto por el dominio del directorio militar y su verdadero objetivo conquistador. En 1982 el amejoramiento, que es hijo de la situación heredada del golpe de Estado de 1936.
La corrupción generalizada de los conceptos por los eufemismos son las armas de aborregamiento masivo de la conquista continuada.
Es imprescindible la liberación del lenguaje para la comunicación directa y correcta, de expresiones y conceptos que reflejan la cruda realidad, la conquista continuada, no a través de los eufemismos que la ocultan. Así será posible el ejercicio democrático de los derechos y libertades de la sociedad navarra conquistada, mediante la actualización del sistema jurídico navarro y el derecho al ejercicio de la independencia individual y colectiva o el verdadero proceso constituyente. Al ser el conflicto político, el de la conquista continuada, la lucha política contra la conquista es principalmente interna y se desarrolla sobre todo dentro del país conquistador.
El sujeto político es la sociedad conquistada, en su territorialidad dividida. Hoy son evidentes las serias dificultades del Estado español conquistador en el mantenimiento de su buscada hegemonía y dominación, sobre todo, en las tres patas del poder material (economía), militar (coercitivo) e institucional (política), de ahí que se aferre al eufemismo de su hegemonía constitucional. Empezaremos a liberarnos desde el momento en que llamemos a las cosas por su nombre: conquista, traición, tiranía, subordinación, dominación, expolio… y no por los eufemismos. La negación de los derechos propios, que es la conquista continuada, supone por otro lado el implícito reconocimiento de la existencia del derecho irrenunciable a ejercerlos y a recuperar su inseparable independencia.
Fuente de la noticia: Diario de Noticias de Navarra.